Por Martín Mejía del Carpio
El director general de Calidda ofrece una reflexión profunda sobre la urgencia y la complejidad de la transición energética en el Perú. Destaca que, a pesar de los avances, el país aún enfrenta desafíos significativos en términos de infraestructura y servicios a nivel nacional. Aunque el Perú contribuye sólo mínimamente al total de emisiones globales de CO2 (aproximadamente el 0.1%), es esencial que el país desempeñe su papel en la búsqueda de soluciones para una “Revolución Industrial Limpia”. Eventos recientes, como el corte de suministro de gas natural en Europa por parte de Rusia, subrayan la importancia crítica de avanzar hacia fuentes de energía más sostenibles y confiables.
Ante ello, la transición energética debe abordarse considerando tres dimensiones fundamentales: seguridad, acceso y sostenibilidad. Se reconoce que esta tarea es especialmente desafiante en países en desarrollo como Perú, donde mejorar la calidad de vida de la población es una prioridad.
El artículo identifica áreas específicas que requieren atención en la transición energética peruana, como la generación eléctrica y el transporte. Aunque se han logrado avances en la generación eléctrica limpia, persisten desafíos en sectores como la agricultura y el uso de tierras. Además, se señala la necesidad de infraestructura y políticas para fomentar la adopción de tecnologías más limpias en el transporte, como el gas natural y la electricidad.
Se resalta la importancia de los esfuerzos colaborativos entre el sector público y privado para impulsar esta transición, así como la necesidad de una planificación cuidadosa y estratégica para garantizar su éxito. Si bien se han logrado avances, todavía queda mucho por hacer en términos de infraestructura y servicios para apoyar una transición energética ordenada y responsable.
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