Por Luis Miguel Castilla.

Nuevamente estamos sometidos a una crisis que sume al país en incertidumbre. En esta oportunidad, la presidenta Boluarte se ha mostrado incapaz de explicar el origen de joyas y relojes que no se condicen con los ingresos de un funcionario público, lo que desencadenó una reacción desproporcionada de la justicia. Se ha revivido el fantasma de la vacancia presidencial y el desenlace de esta situación dependerá de los votos que el pedido de remoción presidencial obtenga en el Congreso. Aunque es prematuro aventurarse a predecir qué pasará en un país como el nuestro, pareciera difícil que las bancadas parlamentarias promotoras de la vacancia consigan los votos suficientes. Paso previo a esta la investidura del nuevo gabinete que queda muy mal parado en un marco de crisis política. Lo cierto es que el futuro depende de lo que el Congreso decida hacer y este tiene mucho que ganar manteniendo el status quo.

Un obstáculo para la estabilidad económica

En primer lugar, es evidente que un Congreso envalentonado seguirá legislando para fines particulares y subalternos, como ha ocurrido hasta la fecha. Ejemplos son la derogatoria del decreto que lucha contra la minería ilegal o la aprobación de un séptimo retiro de los fondos privados de pensiones. La proliferación de medidas antitécnicas y populistas frena la recuperación de la confianza de los agentes económicos y, peor aún, el Gobierno no hace siquiera el intento de pararles la mano porque se encuentra rehén de su precariedad política. Un Ejecutivo permisivo ante el Parlamento aprueba créditos suplementarios para sufragar gastos del Congreso que van en contra del anunciado plan de austeridad del Ministerio de Economía y Finanzas.

Presiones políticas y sostenibilidad financiera

Por otro lado, el Gobierno requiere el apoyo de bancadas que continuarán presionando por mayores recursos o capacidad de endeudamiento como hizo la Municipalidad Metropolitana de Lima,  que amedrentó a un Ministerio de Economía y Finanzas debilitado que tuvo que retroceder en sus planes de evitar un sobreendeudamiento que atenta contra los planes de saneamiento de las finanzas públicas.

Incertidumbre política: Impacto en la imagen nacional

Visto lo anterior, es difícil que la situación cambie porque al Congreso mayoritariamente le conviene no acelerar el calendario electoral y así avanzar con su agenda personal aprovechando la actual coyuntura. El resultado es que hay una prima de riesgo que impide que haya una plena recuperación de la inversión privada ante los desaguisados de la clase política y la incertidumbre generada en un país que no recupera la estabilidad política. La imagen del país se encuentra muy diezmada en un año donde seremos anfitriones de importantes cumbres internacionales.

Desafíos para el crecimiento económico

En consecuencia, el crecimiento económico tendrá un tope que no será suficiente para generar empleo y revertir el avance de la pobreza. El foco del Ejecutivo estará puesto en salvaguardar su permanencia en el poder y el del Congreso en ver cómo aprovechar esta situación para su propio beneficio. Otros temas sensibles como la lucha contra la inseguridad y el avance de las economías ilícitas seguirán estando relegados, lo que también limitará la recuperación económica.

Lee aquí la columna completa.