Por Luis Miguel Castilla.

La Cade Ejecutivos 2022 ha hecho un urgente llamado a la acción de todos los peruanos frente a la emergencia económica, social e institucional que atraviesa el país ante la indolencia de la clase política nacional. Algunos participantes de esta conferencia incluso han considerado que la situación actual es la de peor pronóstico en los últimos 60 años (desde que se inició este encuentro empresarial), percepción más negativa que episodios pasados en los que el Perú sufrió de expropriaciones, hiperinflación, terrorismo y depresión económica. Esta pesimismo no se condice realmente con la situación material del país pero ilustra la percepción negativa que la mayoría de peruanos siente.

Sin perjuicio de lo anterior, vale la pena destacar que el empresariado nacional no se está quedando de brazos cruzados. Ejemplos de esto lo constituyen el acuerdo logrado entre la Confiep y la CGTP (a través del lider de construcción civil) de elaborar un proyecto de ley conjunto y presentarlo al Congreso de la República con miras a establecer una agenda de acuerdos (aunque sea de mínimos); un llamado a sumarse a una iniciativa empresarial para luchar con mayor efectividad contra la anemia; un mayor compromiso empresarial con objetivos de valor compartido, yendo más allá de acciones de responsabilidad social empresarial; un abierto y unánime respaldo a la labor que viene realizando el Poder Judicial y el Ministerio Público en su lucha contra la corrupción en el poder; y la presentación de 30 propuestas muy específicas anunciadas por el Consejo Privado de Competitividad con la participación de los principales think tanks del país, incluido Videnza Instituto.

Estas propuestas se inscriben en las tres líneas de acción que Cade ha identificado para salir de la actual situación de crisis: a saber, impulsar la inversión privada, lograr un Estado que funcione para resolver los problemas que aquejan a la ciudadanía, y detener el deterioro de la institucionalidad democrática. Para impulsar la inversión privada, que representa el 90% de la inversión total en el país, es fundamental que se preserve el Estado de derecho y la seguridad jurídica. Además, el gobierno deber ser eficiente, eficaz y transparente. Esto último demanda acciones urgentes para impedir el deterioro de la administración pública y el copamiento político a la que está siendo sujeta. Defender la autonomía de Servir del poder político y acelerar la implementación de la reforma civil y la meritocracia son aspectos fundamentales para evitar el desmantelamiento del Estado.

Respecto a la necesidad de fortalecer la institucional democrática, el Gobierno lamentablemente continúa en plan de confrontación política con el Congreso lanzando cuestiones de confianza que totalmente contravienen lo que el país clama: estabilidad y predictibilidad. Tenemos un gobierno absolutamente inconsistente que el mismo día por la mañana relanza un plan de estímulo económico cuya aprobación depende de lograr acuerdos con el Parlamento para que apruebe un conjunto de proyectos de ley, para que luego por la tarde de ese mismo día, el mismo gobierno exacerbe la confrontación con el Congreso a través de la presentación de una cuestión de confianza con miras a quemar una primera bala previa para la eventual disolución del Parlamento.

Este tipo de acciones hacen ineficaces los esfuerzos del MEF por reactivar la economía ya que lo deja sin piso y mina su alicaída capacidad de generar confianza. Además, confirma el hecho que al Gobierno (desde la cúpula misma) poco le importa adoptar políticas que eviten el empobrecimiento de la mayoría de peruanos. La ausencia del Presidente Castillo de la clausura de Cade representa una oportunidad perdida para dar una señal que en algo entiende la importancia de la inversión privada en la generación de empleo de calidad, una de las principales preocupaciones de los peruanos según las últimas encuestas. Además confirma el doble discurso que caracteriza a su administración, siendo que en el extranjero presenta un país que le da la bienvenida a la inversión mientras que a la par desaira al empresariado nacional.

En este marco, pese a la serenidad que trata de inspirar el Banco Central de Reserva, comienzan a sincerarse a la baja las cifras económicas y como van las cosas es probable que el deterioro económico y social siga imparable mientras tengamos a esta clase política al mando. Urge materializar el llamado a la acción que impulsa Cade y que surta efecto para lograr ponerle fin a este triste capítulo de nuestra historia contemporánea. Esto es particularmente necesario en el entorno adverso internacional que enfrenta el país y la incertidumbre que apremia.