Por Carolina Dávila.
Hablemos del desarrollo. Es decir, de niñas y niños.
El desarrollo de un país tiene su futuro en los más pequeños, pues de ellos dependen las decisiones y la competitividad del mismo. La etapa de 0 a 5 años es fundamental porque en este período se forma casi el 90% del cerebro. Se crean millones de conexiones neuronales que se pueden reforzar o perder según la calidad de la alimentación y las experiencias de cada niño y niña. Estas determinarán el desarrollo de sus futuras capacidades y habilidades.
La desnutrición crónica y la anemia son dos graves problemas que impactan en el desarrollo infantil y son considerados problemas de salud pública dado su impacto futuro sobre el rendimiento académico, la salud y la capacidad de generar ingresos.
¿Qué causa estas enfermedades?
Como explica la Organización Mundial de la Salud, la anemia se produce por una deficiencia de hierro producto de una ingesta dietética inadecuada o enfermedades gastrointestinales que impiden la correcta absorción del hierro, fundamental para la correcta oxigenación de la sangre. Debido a ello, la anemia causa fatiga, debilidad, mareos y somnolencia.
Por otro lado, la desnutrición crónica se define como el retraso en el crecimiento de niñas y niños, por lo que se mide como la relación de la talla con la edad, lo que indica si el crecimiento del niño se está dando con normalidad y no tendrá complicaciones en el desarrollo de sus órganos vitales (entre ellos el cerebro). Es causada principalmente por una dieta inadecuada en términos de cantidad, calidad y diversidad de alimentos, así como por falta de acceso a agua potable y saneamiento básico de calidad.
¿Cómo vamos con estas batallas?
En el caso de la desnutrición crónica, el Perú ha mostrado avances significativos. Entre 2009 y 2017, el porcentaje de niños menores de 5 años que sufrían esta condición pasó de 24% a 13%. Es decir, en 8 años logró reducir casi a la mitad esta cifra. Esto incluso significó el reconocimiento del Perú a nivel internacional. Sin embargo, desde 2018 este dato se ha mantenido en 12%.
La lucha contra la anemia ha sido una batalla más dura. En 2009, el 50% de niños entre 6 meses y 3 años sufría de anemia. Esta cifra se redujo hasta 40% en 2019; sin embargo, en 2022 aumentó a 42%. No es dable pensar en el desarrollo sostenible del país cuando 4 de cada 10 niños sufren de anemia.
¿Cómo impactan a los niños en el futuro?
La evidencia muestra que la desnutrición crónica infantil impacta en la salud y el desarrollo cognitivo de los niños. Por ejemplo, por un incremento del 10% en el nivel de desnutrición crónica disminuye en 7.9% el nivel de niños que culminan la primaria (Grantham-McGregor et. Al, 2007).
Con relación a la anemia infantil, se han encontrado impactos en el desarrollo del cerebro y el sistema nervioso central, lo que puede resultar en retraso en el desarrollo físico y cognitivo. Además, al debilitar el sistema inmunológico, los hace más propensos a infecciones y enfermedades. Todo esto genera grandes costos a la sociedad. En el año 2012 se estimó que la anemia tiene un impacto económico de 2,777 millones de soles (Alcázar, 2012), cifra que llevada a valores actuales representa el 1.6% del Presupuesto Nacional. Esta estimación considera el costo de pérdida cognitiva que se traduce en la pérdida salarial, la pérdida de escolaridad y pérdida de productividad.
¿Qué estamos haciendo para enfrentarlo?
En el Perú hay diferentes programas y planes que apuntan a disminuir la desnutrición crónica y anemia. El “Plan nacional para la reducción y control de la anemia materno infantil y la desnutrición crónica infantil en el Perú” tuvo una primera estrategia para el periodo 2014-2016, luego otra para los años 2017 a 2021, y ahora está en proceso de actualización.
¿Tenemos los resultados esperados?
Debido a la pandemia COVID-19, comparamos los resultados obtenidos desde 2017 hasta 2019. Este plan tenía como meta reducir la desnutrición crónica de 13% a 9.7%, y la anemia de 43.6% a 28.5% en el mismo período. Sin embargo, solo se logró reducir la desnutrición a 12% y la anemia a 40%.
¿Por qué no hemos logrado la meta?
Aunque no contamos con una evaluación exhaustiva del plan, algunas investigaciones permiten aproximarse a una respuesta.
- Primero, el Control de Crecimiento y Desarrollo (CRED) que deben recibir niñas y niños mensualmente desde su nacimiento llega a muy pocos niños a nivel nacional. En 2019, solo el 18% de los menores de 5 años cumplió con sus respectivos controles. El servicio de CRED monitorea el crecimiento saludable realizando diversos controles médicos como la medición del peso, la talla, descarte de anemia, desparasitaciones, etc. Para reducir la anemia es importante identificar los signos de alerta durante los CRED, además de recibir mensualmente gotas de sulfato ferroso a partir de los 4 meses, y prueba de hemoglobina a los 6 meses, para poder identificar y tratar una posible anemia.
- En 2016, la Contraloría General de la República evaluó la entrega de suplementos de micronutrientes en niños de 6 a 35 meses. Su informe arroja que hay un alto nivel de deserción de niños que reciben suplementación de micronutrientes (hierro, zinc, vitamina A, vitamina C y ácido fólico), fundamentales para prevenir la anemia.
- En 2018, la Defensoría del Pueblo analizó la intervención para reducir la anemia infantil del Estado. Identificó que no se está cubriendo al 100% el servicio de consejería nutricional y sensibilización a los padres de familia sobre la alimentación y la anemia. Este es uno de los principales obstáculos para derribar mitos en las familias y para continuar con las acciones de prevención y tratamiento.
La mejora de la estrategia pública para abordar la problemática que afecta a la salud y desarrollo del 42% de los niños y niñas de nuestro país requiere de un enfoque multisectorial que involucre a los tres niveles del gobierno, el sector privado y la academia.
Al mismo tiempo, mapear y revisar la evidencia generada para no perder el foco en la importancia de atender la salud infantil, que trasciende el presente y es el motor del futuro de nuestro país.