Por Luis Miguel Castilla. 

Lo que sucede en el mundo tiende a tener un impacto muy significativo en nuestra economía. Según el MEF, el 60% de la variabilidad del PBI se explica por cambios en el precio del cobre, el crecimiento de los socios comerciales, la tasa de interés internacional y el precio del petróleo. Estas variables tienden a ser afectadas cuando ocurren conflictos bélicos en otros países y tensiones geopolíticas, como lo hemos comprobado con la guerra ucraniana en el último año y medio, a lo que ahora se suma la escalada violenta en Israel perpetrada por el grupo terrorista Hamas. Aun es prematuro dimensionar el impacto de este conflicto en la cotización del crudo, pero lo cierto es que cada vez que han ocurrido guerras en Medio Oriente, principal región fuente de suministro del petróleo a nivel internacional, los mercados tiemblan y el precio del crudo aumenta.

Economía global

Estos recientes acontecimientos han marcado el inicio de la reunión anual del Banco Mundial y el FMI en la ciudad marroquí de Marrakech. La primera conclusión es que la tenue recuperación de la economía global está limitada por riesgos geopolíticos que abarquen a las principales potencias, por la desaceleración china (ante los persistentes problemas de su mercado inmobiliario) y la necesidad de los bancos centrales de seguir manteniendo elevadas las tasas de interés ante la persistente inflación y el lento proceso de convergencia hacia rangos menores.

Mercado petrolero

En el caso del mercado petrolero, este depende de las decisiones que adopten los países miembros de la OPEP y de productores clave como Rusia y Arabia Saudita. Cabe recordar que durante el tercer trimestre de este año, la cotización del crudo se disparó casi un 40% por problemas de suministro. La actual crisis aumenta la volatilidad del precio del petróleo, y un eventual impacto adverso depende de la duración del conflicto y la incorporación de otros actores regionales como Irán.

Política monetaria

Ciertamente, en los últimos años nuestro país ha sido golpeado por shocks externos, incluyendo los climatológicos, con una muy limitada capacidad de contención. Salvo la eficacia de la política monetaria, las contingencias por el lado fiscal se siguen acumulando. No olvidemos que tenemos un fondo de estabilización de los precios de los combustibles que puede acumular nuevas deudas ante el repunte del precio del petróleo. Además, las políticas antiinflacionarias pueden verse afectadas por nuevos shocks de oferta. Así como están las cosas, el Gobierno no debe insistir en debilitar nuestras finanzas públicas con políticas expansivas de gasto que no han sido efectivas. El consumo público se contrajo en el primer semestre y la inversión pública mostró un exiguo crecimiento debido a las severas deficiencias de la administración pública y su incapacidad de gasto. Debe insistir en dar otro tipo de señales que reactiven el gasto privado y ser mucho más agresivo en la materialización de anuncios de inversión. No se puede seguir aplicando la misma receta si no funciona, y menos cuando el mundo se deteriora.