Por Luis Miguel Castilla.
Mañana se publican las cifras de pobreza de 2023. No hay duda de que veremos un incremento en la tasa de pobreza a niveles de alrededor del 30% de la población, con especial énfasis en las zonas urbanas. La recesión (y continua precarización del mercado laboral) y los elevados niveles de precios de la canasta básica (especialmente en el rubro de alimentos) explican este incremento. Así, tendremos más de 3 millones de pobres adicionales de los que había antes de la pandemia, y ciudades como Lima tendrán más del doble de pobreza de la registrada en 2019.
La clave para una reducción sostenible de la pobreza
Retomar tasas más elevadas de crecimiento económico será la única forma de lograr una disminución sostenible de la pobreza. La política social ayudará a los grupos más vulnerables, pero no sustituye la creación de puestos de trabajo que producen la inversión y el consiguiente crecimiento del PBI. Más aún cuando existen restricciones presupuestarias más exigentes que limitarán la entrega de transferencias y bonos de manera indiscriminada, como se hizo en el pasado.
Retos y oportunidades para acelerar el crecimiento económico y combatir la pobreza
Para este año debería haber un descenso en la pobreza a medida que se prevé un mayor crecimiento en torno al 3% (recuperándose sectores intensivos en empleo) y la inflación desciende por debajo del 3% (luego de tres años de elevadas presiones inflacionarias). Sin embargo, retornar a la situación prepandemia tomará tiempo. Creciendo en promedio al 3% cada año podría tomar al menos 8 o 9 años, de no mediar ningún shock externo (supuesto que no resulta plausible). Así, urge acelerar el crecimiento económico y darle un mayor impulso a la recuperación estadística que registramos en la actualidad. Uno de los objetivos del nuevo pedido de facultades legislativas es reducir la elevada carga regulatoria que restringe el crecimiento de la inversión privada. Esto no solo exige que se aprueben normas habilitantes, sino que las autoridades y los funcionarios públicos las apliquen con decisión y sin medias tintas. Esto evidentemente demanda tener un liderazgo que marque la línea, un aparato público que no tenga temor de tomar decisiones y un mínimo marco de estabilidad, factores que hoy nos son esquivos. A medida que el país se ponga en modo electoral, la incertidumbre nuevamente comenzará a hacerse sentir, ralentizando el flujo de inversión privada. De hecho, el MEF, en su última actualización de proyecciones macroeconómicas, prevé mayor dificultad en sostener la tasa de crecimiento a partir de 2025.
Prioridades urgentes para enfrentar la pobreza y fortalecer la clase media
Como van las cosas, la reducción de la pobreza y la reconstrucción de la clase media deberían ser la mayor prioridad de nuestras autoridades. Lamentablemente, estos móviles no son los que priman en medio de tanta debilidad política y desinstitucionalización del país.