Por Luis Miguel Castilla

Nuestro país tiene amplias oportunidades para salir adelante, como lo confirma una macroeconomía sana, la enorme cartera de proyectos de inversión, la continua apuesta por profundizar la inserción internacional y la resiliencia empresarial y de la clase trabajadora. Con todos estos elementos, nuestro crecimiento potencial debiera ser mayor, pero se encuentra limitado por la baja productividad de la economía, la persistente informalidad y por la existencia de un Estado disfuncional que adolece de una gestión pública más eficiente. Esto no cambia por la clase política que tenemos. 

La degradación institucional: Un obstáculo para el progreso

El talón de Aquiles es la degradación institucional exacerbada por la crisis política eterna en la que vivimos. Gobiernos sin mayoría legislativa y un deterioro de la institucionalidad han impedido la adopción de mejores políticas públicas. Peor aún, estando a menos de dos años de las próximas elecciones generales, la aguda fragmentación política no augura un resultado distinto al que obtuvimos en la última elección. Tendremos que elegir entre más de 35 partidos autoridades que no necesariamente presentarán agendas programáticas serias, sino que probablemente se vean tentados a plantear promesas populistas para apelar al votante que no se informa lo suficiente. 

Fragmentación política y su impacto en las próximas elecciones

Este contexto tiene repercusiones adversas en el presente porque la mayoría de decisiones de inversión a largo plazo tienden a verse afectadas ante la incertidumbre que sufrimos cada quinquenio cuando asistimos a las urnas. Incluso esto se ve agravado por la debilidad del Gobierno de turno que adolece de capacidad alguna para gobernar con responsabilidad para procurar mejoras en el bienestar de toda la población. 

Riesgo fiscal y la amenaza a la calificación crediticia

Hoy se publicó la actualización del Marco Macroeconómico Multianual y la opinión del Consejo Fiscal, y la principal conclusión es que el riesgo de perder la calificación crediticia está latente ante el debilitamiento del manejo fiscal que no puede contener el aluvión de demandas por mayor gasto público. La prudencia fiscal es un atributo que se ha venido consistentemente diluyendo ante los excesos de los políticos, el rechazo a la opinión técnica de los organismos especializados y la acumulación de contingencias generadas por el Congreso y el Ejecutivo (que privilegia la compra de adhesiones políticas para seguir flotando en el poder). 

Obstáculos en la inversión: Minería e infraestructura

Otra duda que expresa el Consejo Fiscal es la capacidad de remover los obstáculos que atentan contra la materialización de las inversiones. Solo en el ámbito minero hay una cartera enorme que movería la aguja significativamente de manejarse con eficacia la conflictividad social y racionalizar la elevada carga regulatoria. Algo similar ocurre con los proyectos de infraestructura que tienden a incumplir los plazos previstos por un sinfín de barreras que no se reducen a la velocidad requerida por el temor a tomar decisiones. 

La intersección entre política y economía: Un llamado a la acción ciudadana

La política ciertamente afecta la economía, y debemos tomar conciencia de esa realidad para ejercer un mayor control ciudadano de los actores que aspiran a gobernarnos. 

Lee el informe de Videnza Instituto publicado en Gestión: