Por Luis Miguel Castilla
El relevo en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) era anticipado ante el deficiente manejo y falta de credibilidad del exministro José Arista. El ingreso de José Salardi, exdirector ejecutivo de Proinversión, es una buena noticia por la diligente gestión que tuvo frente a la agencia de promoción de inversión privada y la imagen de un técnico serio. El nuevo ministro traerá una muy necesaria oxigenación al MEF para manejar una serie de importantes desafíos que tiene al frente.
Déficit fiscal y necesidad de consolidación
El más importante será iniciar un proceso de consolidación de las cuentas públicas ante el reiterado incumplimiento de las reglas fiscales y, así, reducir el déficit fiscal, que largamente supera los topes establecidos. Acá se juntaron varios aspectos: la herencia de un presupuesto desfinanciado en al menos S/ 10.000 millones al haberse sobreestimado los ingresos fiscales en la gestión de Alex Contreras, además de la incapacidad del MEF de limitar las presiones de mayor gasto público, especialmente corriente, por parte del Congreso e incluso originada por el propio Ejecutivo. A esto se sumó la perforación de ingresos tributarios por la aprobación de exoneraciones antitécnicas sin que el MEF tuviera la capacidad de defender sus fueros. Esto se vio reflejado en el hecho de que no se interpusieron acciones de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional, con un Ejecutivo permisivo que terminó devaluando el peso de la tecnocracia, haciendo caso omiso a sus informes negativos y no defendiendo sus fueros.
Recaudación minera y riesgos fiscales
El nuevo ministro tendrá un respiro por la recuperación de la recaudación tributaria de empresas mineras, que pagarán un mayor impuesto a la renta por los elevados precios del cobre registrados el año pasado. Dado que esta inyección de recursos es temporal, la tarea central será reducir el gasto público en un contexto preelectoral, lo que pondrá a prueba la capacidad del nuevo ministro de hacer frente a las enormes presiones políticas de toda fuente. Dada la debilidad del gobierno, este será quizás el desafío más importante que tendrá que encarar el ministro Salardi. Un tercer año de incumplimiento de la regla fiscal no solo minaría aún más la credibilidad del MEF, sino que arriesgaría una eventual pérdida del grado de inversión.
Impulso a la inversión privada
El otro reto será acelerar el crecimiento de la inversión privada en un contexto de proteccionismo externo y mayor incertidumbre asociada al año preelectoral. Hay una cartera enorme de proyectos de inversión privada que se encuentra embalsada por regulaciones asfixiantes y desidia gubernamental. Más que aprobar nuevas leyes, lo clave será implementar lo aprobado y mostrar mayor capacidad de gestión. En esto justamente radica la experiencia del nuevo titular del MEF. Los retos son enormes, sumados a la necesidad de dejar la casa en orden antes del cambio de gobierno. Para ello, el MEF sigue contando con un equipo profesional muy comprometido que ahora tendrá un mejor liderazgo. Ojalá que la presidenta entienda todo lo que está en juego y respalde a su ministro.
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