Por Luis Miguel Castilla
El colapso de los mercados bursátiles, la caída del dólar frente a las principales monedas, la corrección a la baja del precio del cobre y el crudo, y el repunte del índice que mide la inestabilidad financiera muestran que estamos en un escenario similar a la antesala del inicio de la pandemia. Lo más penoso es que esta situación es resultado de una de las peores decisiones tomadas en materia de política económica en décadas. La subida arancelaria estadounidense en más de 20% en promedio es claramente recesiva e inflacionaria, como lo ha afirmado el propio gobernador de la Reserva Federal, y ahora la mayoría de analistas apuntan a un mayor riesgo de recesión global.
Una política arancelaria errada y sus efectos globales
Peor aún, el cambio estructural en las reglas del juego que dominan el comercio internacional por un conjunto de medidas unilaterales que buscan proteccionismo y espacios de negociación mercantilista nos hace retroceder décadas. Una fuente de crecimiento global está siendo reemplazada por un conjunto de negociaciones entre EE. UU. y el resto de países de manera individual. Por ejemplo, la imposición de un arancel recíproco de 10% a nuestro país, cuando nosotros no cobramos aranceles a las importaciones estadounidenses, ha sido justificada por un conjunto de exigencias en diversos campos. El USTR (Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos) considera que el Perú está discriminando contra empresas norteamericanas por no luchar lo suficiente en contra de la piratería, porque tiene un sistema de contratación pública que favorece los G2G, etc.
Retroceso en el comercio internacional y nuevas tensiones
Al margen de la pertinencia de estos reclamos, el hecho es que teníamos un acuerdo comercial que tomó muchos años en negociar, que estipula cómo lidiar con este tipo de temas. Desconocer de manera unilateral los alcances del TLC constituye una violación a la seguridad jurídica, tan importante para darle garantías a la inversión privada. El precedente es nefasto y representa un claro retroceso en las reglas del juego aceptadas por la mayoría de países del mundo.
Consecuencias para el Perú: impacto comercial y pérdida de competitividad
El impacto en el Perú en el ámbito estrictamente comercial bilateral será acotado al tener una oferta exportable diversificada, y podría representar algunas “oportunidades” para algunos productos específicos como el café, porque nuestra competitividad habría mejorado frente a competidores asiáticos a los que se les ha impuesto un mayor arancel. Pero los impactos son diferenciados. En el caso de la palta, por ejemplo, nuestro principal competidor, que es México, mantiene una oferta desgravada que nos resta competitividad.
Menor crecimiento y riesgos políticos en el horizonte
Al margen de esto, lo más negativo es que el mundo crecerá menos y esto hará que nuestro país crezca menos, y peor aún estando a un año de las elecciones generales. Además, existe el riesgo de que los políticos se aprovechen de esta situación para adelantar una agenda populista so pretexto de la guerra comercial. La cautela es lo que debiera dominar y avanzar en revertir los retrocesos que hemos tenido en materia de competitividad.
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