Por Janice Seinfeld, César Amaro y Alfredo Dancuart.
El Seguro Social de Salud (EsSalud) tiene cerca de 12 millones de afiliados. Sin embargo, arrastra diversos problemas que ahora se agudizan aún más por una precaria institucionalidad y los problemas en su gestión.
Entre 2011 y 2016, EsSalud tuvo dos presidentes ejecutivos. Lo mismo entre 2016 y 2021. ¿Cuántos van desde agosto de 2021? ¡Cinco! La duración promedio de una gestión en meses, en los tres periodos, es de 31, 30 y 4, respectivamente. Esta alta rotación de funcionarios actual trae consigo cambios en puestos intermedios y retrasos en múltiples procesos. Las cifras demuestran que esta situación está afectando la salud de los peruanos. Veamos.
Entre enero y septiembre de este año, en EsSalud se realizaron 44% menos consultas externas que en ese mismo periodo de 2019. Es decir, 7,448,049 menos consultas externas, en una población tan necesitada de atención. Lo mismo sucede con las horas médicas efectivas: 44% menos, que se traducen en 1,631,815 horas menos de atención médica. En ese mismo periodo se efectuaron 76,186 intervenciones quirúrgicas menos; es decir, una reducción del 26% en comparación a 2019, en un periodo donde existe mayor carga de enfermedad debido a las cirugías pospuestas durante la pandemia. Finalmente, los consultorios funcionales en consulta externa disminuyeron en 30% (1346 consultorios menos).
Todo lo anterior reduce aún más una disponibilidad de servicios que, si bien siempre es escasa, en un contexto pospandemia es imprescindible. De acuerdo con el Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), los fallecimientos de pacientes por hipertensión en el país en 2021 aumentaron en 113% respecto al año 2019. En fallecimientos por enfermedades isquémicas del corazón, el porcentaje fue de 215%.
¿Qué hacer?
Desde Propuestas del Bicentenario recomendamos acciones para salir de esta crisis. Como medida general, consideramos que es fundamental actuar para proteger los activos más valiosos de EsSalud: su personal asistencial que resuelve los problemas más complejos de salud, sobre todo en el nivel hospitalario; la historia clínica electrónica implementada en el año 2019, a partir del conocimiento y la capacidad interna; las asociaciones público-privadas que funcionan bien para el asegurado, por ahora solo en Lima (abastecimiento de medicamentos y prestación en los hospitales Kaelim y Barton); y una cultura organizacional que, a pesar de las dificultades, promueve la seguridad social en el país.
Como medidas específicas, proponemos, en primer lugar, analizar y formular un nuevo mecanismo de designación del presidente ejecutivo de EsSalud. Para ello, será útil observar cómo eligen sus autoridades otras instituciones e identificar las mejores prácticas: concurso público y meritocrático, mayor exigencia en la revisión de los criterios de selección, entre otros.
Reforzar el talento humano de los servicios de salud es también clave. Implica cerrar la brecha cuantitativa, cualitativa y territorial de los recursos humanos en salud. ¿Cómo? Contratando y redistribuyendo al personal según las necesidades de salud en el territorio. Además, brindar incentivos y reglas de juego transparentes para aumentar la productividad y garantizar la calidad de las atenciones.
En cuanto a la prestación, pese a las enormes necesidades de atención de los asegurados, en Lima y el Callao hace pocos meses se cerraron policlínicos de gestión privada cercanos a los hogares que tenían convenio con EsSalud. Esto ha generado un cuello de botella que está saturando otros servicios, incluidas las emergencias de los grandes hospitales. Al respecto, proponemos adoptar estrategias para ampliar los servicios de salud empleando la oferta pública y privada. Aquí se deben incluir como una posibilidad tangible las asociaciones público-privadas, donde EsSalud ya tiene experiencias positivas que merecen ser replicadas.
Si bien EsSalud ha avanzado en la recopilación de información estratégica, falta difundir información clave de la oferta prestacional para una adecuada gestión, evidenciar cambios en los indicadores y ofrecer más servicios a los asegurados. Por ejemplo, consultorios disponibles (ubicación, horarios); médicos programados y que cumplen sus turnos; salas de cirugía disponibles; cirugías programadas y ejecutadas; servicios de apoyo al diagnóstico temporalmente no disponibles (hoy, cuando se cierra un servicio, el asegurado se entera recién en la puerta); disponibilidad de medicamentos y nivel de servicio logrado en la atención de farmacia.
Finalmente, respecto al financiamiento, los gastos en EsSalud han venido creciendo en los últimos años. Debe abordarse su sostenibilidad, porque en este último periodo emplea su presupuesto en modo inercial, pero produce menos. Según el estudio financiero actuarial de EsSalud 2018 realizado por la Organización Internacional del Trabajo, es necesario encontrar una vía sostenible de financiamiento que tome en cuenta la amplia cobertura de prestaciones que ofrece. Algunas ideas que se discuten, son:
- Estandarizar la contribución de instituciones públicas (salud, educación, CAS) podría aumentar los ingresos en 7.8% (OIT, 2018).
- Restablecer la cotización sobre el aguinaldo y las gratificaciones podría aumentar los ingresos en 11.1% (OIT, 2018).
- Recuperar las deudas de instituciones públicas y privadas que, a 2019, ascendía a S/ 4000 millones (EsSalud, 2019).
- Aumentar el porcentaje del aporte regular a EsSalud.
Para superar la actual precariedad en la conducción institucional y promover una gestión enfocada en las necesidades ciudadanas, lo principal es adoptar acciones con decisión. Sin una voluntad política y técnica alineadas, todo lo anterior difícilmente logrará concretarse. El tiempo sigue corriendo, y la salud de los peruanos no espera.