Por Luis Miguel Castilla.
Esta semana se presentará el gabinete ante el Congreso de la República para iniciar el sustento del proyecto de ley de Presupuesto para el 2024. Este proceso deberá culminar el 30 de noviembre, período en el cual todas las entidades públicas en los tres niveles de Gobierno desfilarán ante la Comisión de Presupuesto para rendir cuentas del uso dado al presupuesto actual y solicitar mayores partidas para el año entrante. Si bien el Congreso está facultado a hacer cambios en la composición del gasto, no puede incrementar los techos de gasto presentados por el Ejecutivo al carecer de iniciativa de gasto (al menos teóricamente). El proyecto presentado es claramente expansivo en una coyuntura difícil para la economía nacional.
Credibilidad y efectividad
Dos aspectos clave que deberán ser discutidos son la credibilidad de los supuestos macroeconómicos para sustentar un presupuesto que crece en S/ 26.000 millones y si efectivamente esa inyección de recursos servirá realmente para mejorar la calidad de vida de millones de peruanos. Respecto del crecimiento del presupuesto es importante considerar que para un análisis más fidedigno lo que cuenta es el presupuesto modificado (PIM) y no el de apertura (PIA). De hecho, a la fecha ya el PIM de este año creció S/ 26.000 millones respecto al monto del PIA aprobado hace un año. Esto responde a incorporaciones de transferencias de fondos, créditos suplementarios y saldos de balances no utilizados. La recomendación internacional es que el PIA y el PIM no difieran mucho para dotar de credibilidad al ejercicio presupuestal y es probable que el MEF esté haciendo un esfuerzo por reducir esta brecha que tradicionalmente se ha ubicado en un rango del 20%. De alguna manera se sincera el presupuesto propuesto. Más allá de las dudas respecto al optimismo de las proyecciones macroeconómicas que suponen una recuperación de la recaudación tributaria que pudiera no condecirse con una economía que crece poco, la pregunta central recae sobre la calidad y transparencia del gasto público.
Presupuestos expansivos no garantizan calidad
Lo que se aprecia lamentablemente es que presupuestos expansivos no garantizan calidad por las agudas falencias de la administración pública. La atomización de las obras públicas, la modalidad de ejecución por administración directa, los contratos Gobierno a Gobierno, las filtraciones de los programas sociales no aseguran el impacto que se persigue. La Contraloría advierte millonarias pérdidas que superan los S/ 20.000 millones por corrupción y mala praxis pero no logra efectividad por los problemas estructurales presentes en pequeñas y deficientes unidades ejecutoras más enfocadas en proyectos pequeños fuera del radar del control interno. Otra fuente de riesgo es que las empresas públicas están fuera de la cobertura y fiscalización de la ley de presupuesto, lo que suma contingencias adicionales para el Tesoro.
La discusión que viene debe intentar encarar estos problemas y no centrarse en demandas adicionales que no resuelven los problemas de la sociedad peruana.
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