Por Luis Miguel Castilla.
En todos los índices de competitividad y atractivo para la inversión extranjera, el Perú muestra retrocesos. El más reciente, el índice de innovación global, revela que hemos caído varias posiciones en una región que ha perdido el lustre de hace una década. En nuestro país, la debilidad institucional, la peor calidad de la infraestructura y la informalidad laboral son elementos que explican la caída de Perú en su capacidad de innovar y mejorar la productividad. Esto refleja el hecho de que el crecimiento potencial peruano apenas se ubica en un 40% del registrado hace diez años y muestra que el estancamiento económico no es un riesgo, sino una realidad cada vez más patente.
Reciente visita del secretario general de la OCDE
La reciente visita del secretario general de la OCDE reveló un estudio que concluye que sin reformas institucionales y mayor inversión en capital físico y humano, Perú no podrá aspirar a converger a los estándares promedio de los países miembros del club de mejores prácticas internacionales. A pesar de la aspiración de las autoridades, la realidad es que nos alejamos de ser elegibles para una institución que determina la frontera en diversos aspectos de la gobernanza y la calidad de las políticas públicas. Es evidente que el cortoplacismo preponderante domina y que se hace muy poco por emprender reformas que apuntalen la productividad y mejoren la calidad de vida de los peruanos.
Ninguna reforma para lidiar con esta situación
Hasta la fecha, no ha sido aprobada ninguna reforma por el Congreso para lidiar con esta situación, y el Gobierno no muestra ambición suficiente para romper con el statu quo. Incluso la delegación de facultades recientemente aprobada no muestra una apuesta clara por encarar de manera efectiva la inseguridad ciudadana, que es el principal flagelo que azota a la población. Más allá de medidas aisladas que endurecen las sanciones, no se enmarca dentro de una estrategia general que aborde la problemática en cuestión.
Mundo volátil e incierto
Lo más peligroso de este estancamiento es que ocurre en un momento en el que el mundo se torna más volátil e incierto. Al repunte del precio del crudo en el mercado internacional (25% en pocas semanas) se suma una nueva guerra en el Medio Oriente que convivirá con la guerra en Ucrania que ya lleva más de 18 meses sin visos de solución en el corto plazo. Recordemos que son las variables externas las que tienen más peso en la variabilidad de nuestro crecimiento económico.
Reformas fundamentales
Si la trayectoria del mundo empeora y no hacemos nada para mejorar nuestra competitividad interna, nos encontramos en un punto muy delicado con perspectivas inciertas, más allá de la coyuntura climática de El Niño. En tanto no abordemos estas reformas fundamentales con un enfoque en mejorar la productividad de la economía y nos conformemos con mantenernos a flote en la coyuntura actual, estaremos resignándonos a una situación de precariedad y lamentable retroceso.