Por Luis Miguel Castilla.
El desafío más importante que enfrenta el Gobierno es revertir las cifras de pobreza. Probablemente seamos de los pocos países en el mundo en que, luego de 4 años desde que inició la pandemia en marzo del 2020, la pobreza se ubicaría nuevamente en los niveles vistos en el peor año del Covid. Esto significa que hay más de 3 millones de peruanos pobres de lo que teníamos el 2019. Las dos principales razones para el incremento de la pobreza fueron la mayor inflación que afectó la capacidad adquisitiva de los más pobres (que vieron el costo de alimentos dispararse) y el constante proceso de desaceleración económica hasta llegar a la recesión del 2023 (contracción de 0.6% en el año según el reporte del INEI). El menor crecimiento económico es el responsable central de que haya más pobres en el país. Según el Banco Mundial, el 85% de los cambios en la pobreza son imputables a la falta de generación de empleo adecuado y la precarización del mercado laboral, siendo los ingresos laborales los más afectados.
Sin duda, esta debe ser la prioridad más urgente del régimen. No hay ninguna razón para que el Perú siga retrocediendo, habida cuenta de tener una macro ordenada, miles de proyectos y emprendimientos embalsados, una clase empresarial pujante, trabajadores innovadores y muy esforzados. Requerimos recuperar la confianza con una clase política que se comprometa y que nos enrumbe nuevamente en el camino del progreso.