Por Luis Miguel Castilla
 

En 2024, Perú mostró signos de recuperación económica. Y la región Junín, tras casi dos años de recesión, vio un crecimiento impulsado por el comercio, los servicios y la construcción. Esto especialmente gracias a la inversión pública, que alcanzó el 100% de ejecución del presupuesto. Sin embargo, el impacto de este crecimiento en la reducción de las brechas sociales es limitado, pues solo el 37% de los hogares en Junín tiene acceso a servicios básicos, y la situación en salud y educación es similar. La falta de mejoras en la gestión pública puede generar desafección ciudadana y alimentar la conflictividad social. Además, la violencia sigue siendo un freno para la inversión, con un 36% de la población de Junín víctima de delitos. A pesar de contar con un gran potencial productivo y una macroeconomía estable, la desinstitucionalización, la politización de la justicia y el crecimiento de las economías ilegales siguen limitando un desarrollo más robusto. 

Lee aquí su columna publicada en Correo (Huancayo):