Por Luis Miguel Castilla.
Llevamos años de crisis política que le pasa una gran factura a la economía. Lamentablemente, el Perú no encuentra la estabilidad que tanto requiere para crecer por la implosión de las instituciones públicas que se han visto capturadas por intereses subalternos y por la inacción que predomina en gran parte de la administración estatal.
Fragilidad en la toma de decisiones
Esto se ve agudizado por la fragilidad de un Gobierno que teme tomar decisiones por el riesgo de generar conflictividad social que mine su permanencia en el poder: principal móvil del Ejecutivo. Esto incluso significa tener que subordinarse a la prepotencia de un Congreso que le hace un gran daño al país por las contrarreformas que impulsa (atentando contra la meritocracia en el magisterio, por ejemplo), el populismo desaforado (los retiros injustificados de los fondos privados de pensiones) y por la conducta abusiva que ha mostrado en la más reciente aprobación de la ley de presupuesto de la República para el 2024.
Falta de acuerdos
Respecto a esto último, la falta de acuerdos entre la Comisión de Presupuesto y el MEF provocó que se postergue la discusión del texto sustitutorio hasta el último día posible para aprobar la ley más importante que regula el financiamiento del estado (en sus tres niveles) y donde se viabilizan las políticas públicas del gobierno de turno en materia de gasto público. Días previos al debate final, el MEF publicó un millonario listado de pedidos de gasto solicitado por legisladores que no tienen iniciativa de gasto por la friolera de S/ 16.000 millones adicionales. Este ejercicio de transparencia (incluido el partido político con nombre y apellido que pretendía llevar agua para su molino) probablemente haya limitado el aluvión de pedidos de parte de los congresistas.
Vergonzoso incremento
Pero lo que el MEF no fue capaz de parar fue el vergonzoso incremento de más de S/ 200 millones del presupuesto del propio Congreso. Esto significa un incremento del 23% respecto al año anterior y muestra que el poder legislativo no estaba dispuesto a aceptar la de por sí elevada propuesta del MEF de dejar la asignación igual que el año anterior (S/ 800 millones). El MEF tuvo que “comerse ese sapo” por la prepotencia del Congreso y la falta de apoyo del Premier que en todo momento prefiere llevar la fiesta en paz. Este es un claro ejemplo que el poder lo ejerce un Parlamento que carece de legitimidad por las tropelías que caracterizan su accionar.
Fragilidad y precariedad política
El Gobierno ha mostrado proactividad en plantear medidas de todo tipo para reactivar la economía, pero lamentablemente la fragilidad y precariedad política impiden que se recupere la confianza, factor clave para que la inversión privada deje de caer. Este año está perdido y la previsión para el que está por empezar no muestra una recuperación vigorosa por el descrédito de las autoridades que tenemos. Bajo estas circunstancias, se torna intolerable más de dos años bajo el mandato de esta clase política desconectada de la realidad y coartada en su accionar en favor de la mayoría de peruanos.
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