Por Luis Miguel Castilla. 

El inicio oficial del Fenómeno de El Niño fue decretado por el Gobierno ante la confirmación de las autoridades meteorológicas de EEUU y nos agarra en una posición vulnerable. El Niño costero de 2017 sumó pérdidas económicas de 1.5% del PBI y redujo el crecimiento esperado en la misma proporción.

Los sectores que tienden a ser los más afectados son la agricultura, la pesca, la manufactura primaria y la construcción. A diferencia de hace 6 años, el Gobierno de aquel entonces se preparó ante la posibilidad de un Niño prematuro y adquirió maquinaria, hospitales de campaña, puentes Bayly, dragas para descolmatar ríos y un largo etc.

Igual hubo una afectación significativa pero con seguridad la prevención evitó mayores pérdidas humanas y materiales. En esta ocasión nos agarra con autoridades locales que llevan menos de 6 meses en el cargo, una economía desacelerada, una administración pública paralizada, una epidemia de dengue y servicios básicos muy precarios que atentan contra la salubridad de segmentos enormes de la población.

Recursos presupuestarios se han puesto a disposición pero clave será si las autoridades han sido capaces de utilizarlos para mitigar los daños que se vienen. Estamos expuestos a shocks de esta naturaleza con relativa recurrencia y nuestro país nunca llega a estar suficientemente preparado para hacerle frente. Más que mirar el pasado toca actuar con sentido de urgencia, a todo nivel, para no repetir la historia del pasado.

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