Por César Amaro.
Escribir sobre la crisis sanitaria en el Perú y la pobre respuesta del Sistema Nacional de Salud (SNS) puede sonar a que llueve sobre mojado. Esto sin dejar de reconocer que persisten muchos valerosos profesionales de la salud y gestores que asumen con enorme responsabilidad los retos cotidianos de laborar en la precariedad de los servicios públicos. A manera de ejemplo sobre lo que viene ocurriendo en estos días, la Defensoría del Pueblo y la CGR alertan y reclaman por la “falta de insumos, medicamentos y equipos, lo que afecta la atención oportuna de pacientes con dengue” en el norte del país.
A su vez, la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales “expresa su preocupación por el recorte presupuestal en sector salud” en la asignación presupuestal multianual 2024 – 2026 ocasionado, aparentemente, por una menor ejecución de la inversión pública a su cargo. Quizá haya que darle una vuelta de tuerca más al análisis de esa crisis permanente y de hechos, aparentemente, inconexos. Para abordar esto se describen dos testimonios que grafican un similar problema de fondo.
Compras de insumos en un hospital
Una experimentada médico cirujano es designada administradora de un hospital de la ciudad. Como parte de su labor, recibe para su visto bueno los documentos de compra de insumos para el funcionamiento de uno de los equipos biomédicos. Esta adquisición supone un monto importante. Ante ello, hace una investigación elemental: averiguó el periodo de reposición habitual de estos reactivos, identificó la fecha de la última vez que esto ocurrió y ubicó en la web los precios de productos similares comprados por otras entidades del sector.
Sin embargo, esto provocó más preguntas que certezas: ¿Por qué se estaba reemplazando el reactivo a la mitad del tiempo previsto para ese equipo? ¿Por qué se debía pagar el doble del precio por un producto provisto por una determinada empresa, si en la mayoría de hospitales ese costo era un 50% menor?
Al no recibir respuestas claras del responsable del servicio de apoyo al diagnóstico suspendió el proceso de adquisición. Identificó otras situaciones similares, largas de detallar en un texto, pero la respuesta de la dirección del nosocomio llegó a los pocos días: fue cesada en el cargo pues “sabía demasiado” … de gestión pública.
Liquidación del modelo de atención IPRESS
En la provincia de Lima, durante el segundo semestre del año 2021, aproximadamente un millón de personas pasaron a sumarse a una larga cola de búsqueda de atención en los saturados policlínicos y servicios de emergencia de los hospitales nacionales de EsSalud. Este ocurrió al liquidarse el modelo de atención que se brindaba en 15 Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud (IPRESS) privadas.
De ese modo, se redujo sustancialmente la oferta de servicios de diferentes especialidades médicas, apoyo al diagnóstico (laboratorio clínico, diagnóstico por imágenes, entre otros), entrega de todos los medicamentos recetados, apoyo asistencial de otros profesionales de la salud y atención de urgencias y referencias a los siguientes niveles de complejidad cuando la situación lo ameritaba.
Este modelo funcionaba mediante una novedosa forma de financiamiento y aliviaba, en algo, la crónica debilidad institucional del Seguro Social ocasionada por la fragilidad de su primer nivel de atención. Hoy estos asegurados, principalmente ancianos, sufren mucho más las viejas carencias ya conocidas [1].
¿Por qué los gestores públicos toman estas decisiones?
Una pregunta que emerge de las situaciones citadas es ¿por qué los gestores públicos que toman estas decisiones actúan de esta manera? Ya sea al “corregir” un desempeño individual que va contra la corriente instalada en el hospital o al “eliminar” un modelo que beneficia a un colectivo, en ambos casos no existe una evaluación seria que sustente la acción adoptada y no prevé una mejor solución para los usuarios y el cuidado del erario público.
Una posible respuesta la podemos hallar en un concepto esencial de gestión: Gross señala que la cultura organizacional es el “conjunto de normas, valores y formas de pensar que caracterizan el comportamiento del personal en todos los niveles de la organización y a la vez es una presentación de cara al exterior de la imagen de la institución” (Gross M. Definición y características de la cultura organizacional. Quilpué (Chile): Administración de empresas: Imaginativo; 2007).
¿Podemos afirmar que hoy se está instalando en el Estado peruano una cultura organizacional orientada a la protección de otros intereses por encima del servicio público? Un elemento causal instalado hoy en el SNS es su débil institucionalidad (aspecto ya conocido y descrito en diferentes medios), acentuada por normas, valores y formas de pensar que aceptan, toleran e incentivan todo lo anterior.
¿Qué hacer al respecto?
Para empezar, es importante identificar y proteger explícitamente a los gestores y experiencias subsistentes, que sumen al cuidado de los ciudadanos y recursos del Estado, para evitar que sean tratados como “cuerpos extraños” a expulsar o eliminar. Servir tiene una enorme tarea por realizar, muy complicada en los tiempos actuales. También exigir y respaldar los cambios necesarios al actual modelo de gestión sanitaria.
Un ejemplo interesante es la iniciativa del congresista Cavero, parlamentario con quien se puede discrepar o coincidir, quien mediante el PL 04883 / 2022 – CR LEY QUE MODIFICA LA LEY N° 27056, LEY DE CREACIÓN DEL SEGURO SOCIAL DE SALUD (ESSALUD) pone en la mesa la modificación de la composición del consejo directivo de esa institución para lograr que los representantes de los asegurados, los ciudadanos, sean parte de ese órgano de gobierno, tema olvidado siempre por el Poder Ejecutivo y clave en la agenda pública.
En cualquier caso, en estos tiempos de crisis, lo importante es actuar con sentido común, intentando superar la crisis y prepararnos para el siguiente reto global de esta época. Ojalá aún estemos a tiempo.
[1] Para mayor detalle puede revisarse el siguiente reportaje: https://ojo-publico.com/derechos-humanos/salud/incertidumbre-por-fin-contrato-entre-essalud-y-clinicas-privadas