Por Luis Miguel Castilla. 

La crisis de inseguridad ciudadana es la mayor preocupación de los peruanos y la mayor amenaza que se ciñe sobre la economía este año. El mayor problema es la extorsión que afecta de manera desproporcionada a miles de pequeños negocios que se ven obligados a pagar cupos para seguir funcionando. Peor aún, la ola de criminalidad está vinculada con bandas transnacionales que avanzan cada vez más en apoderarse de territorios dedicados a actividades ilícitas. El rector en la materia en el poder Ejecutivo es el Ministerio del Interior, pero es uno de los peores gestionados y vive en constante estado de crisis y cambios sin fin en la cúpula y altos mandos.

Crecimiento presupuestario y desafíos de gestión en seguridad

Al analizar los recursos públicos asignados a la función de seguridad y orden interno en el presupuesto de este año, se observa un crecimiento significativo, cuyo monto solo es superado por las funciones de educación, salud y transporte. De hecho, las partidas presupuestarias en seguridad se han triplicado los últimos diez años y, aun así, la crisis avanza sin tregua. Si bien el grueso del presupuesto público asignado al Ministerio del Interior es para el pago de planilla y pensiones de la Policía Nacional del Perú, las partidas destinadas a proyectos de inversión pública en comisarías, sistemas de monitoreo, equipamiento de inteligencia y escuelas de instrucción no son menores.

Ineficiencia en el manejo de recursos: El desafío del Ministerio del Interior

Sin embargo, la eficiencia del uso de estos recursos ubica al Ministerio del Interior como el peor dentro de todos los ministerios evaluados. Si nos centramos en la capacidad de programación y formulación, el Mininter programa muy mal: planifica proyectos por montos que triplican su capacidad de ejecución. Los sobrecostos superan en promedio un 20% los montos inicialmente previstos en los expedientes técnicos. Las comisarías toman más de 1300 días en culminarse. Y el 80% de los proyectos de inversión del sector se encuentran paralizados. Ante esta realidad, plantear inyecciones de mayores recursos no tiene ningún sentido sino vienen acompañadas de mejoras reales en la gestión de ese ministerio y una mayor estabilidad de los cuadros directivos (cada ministro dura en el cargo 3 meses en promedio).

Desafíos multisectoriales: La lucha contra la inseguridad

Es evidente que la tarea de encarar la crisis de inseguridad no es solo responsabilidad del Ministerio del Interior y abarca a otros poderes del Estado, otros ministerios y otros niveles de gobierno. Pero sin una profesionalización real del manejo de recursos y mayor eficiencia en la inversión pública del sector, será imposible vencer la crisis que nos acecha. Mejoras en todo el ciclo de la inversión pública (especialmente la fase de programación), meritocracia, cambios en la cobertura de la supervisión de los proyectos que terminan paralizados, mayor eficacia y sentido de oportunidad en los sistemas de control interno, e indudablemente mayor liderazgo al más alto nivel es lo que se requiere. La situación de inseguridad amenaza nuestra tranquilidad y no podemos tolerar anuncios efectistas carentes de contenido. Una mayor inseguridad condiciona nuestro desarrollo.

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